Ropa de trabajo

Hace unos años, un domingo, estaba en casa de un amigo muy amante de la cocina, de las labores domésticas y la carpintería, un super manitas y adulto funcional.

Este muchacho estaba esa mañana muy enredado en unos de sus ambiciosos proyectos culinarios cuando lo llamó su mamá:

«Ñeño, corre, hay queso en El Polar y estoy en la cola, vuela pa’cá»

Queso y mi amigo son una combinación obligatoria, y solo le quedaba un pedacito de esos que tienes que ir picando con regla para no pasarte de un centímetro la lasca y que te dure.

«¡Queso!» fue el grito de batalla y aquel partió como Dariel que se mata rumbo al Polar a luchar su derivado lácteo contra las hordas de queseros enemigos. Tan apurado estaba que olvidó varios detalles:

Yo estaba pelando plátanos; él andaba con un short corto y un pullover con huequitos; el Polar queda en Reina y Galiano; y como colofón de todo, en el apuro olvidó quitarse el glamoroso delantal de su novia, quien en aquellos días trabajaba en la paladar La Bonita… O sea: llevaba un bello y luminoso cartel de «La Bonita» en medio del pechote, y un short que revelaba sus nalgas.

Su novia, sus otras amigas, sus alumnas (y algunos alumnos), sus colegas, su mamá y yo creemos que así luce divino. Sucede que medio Galiano y calles aledañas tenían la misma opinión.

Resultado: dos horas después yo había pelado todos los plátanos del viandero y estaba pensando salir a buscar más, y mi amigo regresó con diez libras de queso (qué tiempos aquellos que podías comprar tanto queso como pudieras), la cara más roja que una remolacha y su madre detrás casi infartando de risa.

Galiano es una vía de alto tráfico de papis, mamis y toda la población con ojos y criterio propio de Centro Habana. Y ejercieron su criterio propio y libertad de expresión de forma abundante, contundente y victoriosa con el vikingo expedicionario.

Al final fue bonito porque anduvo varios meses con su autoestima por la estratósfera. No obstante, para futuras campañas punitivas de sorpresa, hay dos delantales colgados en su cocina. Uno dice «Café Fortuna» (la novia hace tiempo no trabaja en La Bonita) y el otro, «Brother in Arms», con una maza estrella bien grande debajo. Y el D puso un espejo al lado de la puerta de la calle, para que no se le olvide quitárselo antes de salir.

Lástima… yo pienso que «La Bonita» se le veía la mar de bien.

2 comentarios

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s