
Publicado en https://cachivachemedia.com/no-olvides-tu-toalla-1585072f36e7
Algunos somos proclives a la depresión o al malgenio hasta el punto de haber sido desahuciados por familiares, psiquiatras, jefes y otros seres queridos. No hay medicación que funcione y la única opción es buscar terapias alternativas si se desea continuar formando parte de algún grupo humano. Unos crían gatos, otros pintan cuadros de dudoso valor artístico y hay quien teje o cose frazadas con retazos. Nosotros leemos de forma incansable, apasionada y, en ocasiones, suicida.
Hace poco más de diez años descubrimos algunos títulos que podrían sumarse a nuestra terapia asegurándonos al menos un día de buen humor. El primer lugar en esta lista lo tiene sin dudas ni rivales de cuidado, esa hilarante saga de Douglas Adams iniciada por la novela “La Guía del Autoestopista Galáctico”
Descubrir a las malas que no somos la única especie pensante del Universo es un tema que la literatura de ciencia-ficción ha explotado hasta la saciedad en más de un millar de obras de calidad narrativa variable. Más o menos en los sesenta comenzaron a atreverse los autores a convertir ese accidente en un asunto no tan serio, despojando al género de esa solemnidad apocalíptica a la que monstruos como Clark, Campbell, LeGuin y H.G. Wells habían acostumbrado a los lectores. Pero aún nadie se había atrevido a lanzar una ciencia-ficción humorística, o al menos nadie llegó tan lejos con este engendro contradictorio como Douglas Adams.
Entrar en la piel de Arthur Dent, un ciudadano inglés de lo más común (si es que se puede decir realmente que “inglés” y “común” son una pareja coherente de gentilicio y adjetivo) y vivir en primera fila la “demolición” del planeta Tierra para construir una autopista intergaláctica ya es bastante absurdo. Salvarse gracias a un viejo amigo, quien en realidad es un ente alienígena cuya actividad profesional es una mezcla de turoperador, corresponsal y explorador de tierras desconocidas comienza a ser extraño.
Pero entrar de incógnito en una astronave vogona, ser sometido a una lectura de la peor poesía del universo, escapar por un milagro probabilístico (improbabilístico más bien) de morir en el vacío, convertirse en el compañero de viaje de un autoestopista galáctico y recorrer un cosmos con mucho más que ver que estrellas, asteroides, planetas y cúmulos estelares ya es una aventura disparatada en regla.
En este universo una toalla es el instrumento más valioso del autoestopista, con excepción de la Guía, el libro más notable editado por las grandes compañías editoriales de Osa Menor donde se refieren, para beneficio de los viajeros de a pie, las especies, política, costumbres, accidentes probables y precios de la cocina nativa de todos los planetas de la Galaxia descritos en ella.
En esta guía se advierte que una toalla, además de sus usos prácticos, tiene un enorme valor psicológico, citando literalmente del libro: hará que todos piensen que cualquier ser que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la galaxia, pasando calamidades, divirtiéndoseen los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta.
«La Guía…” es todo un clásico y una creación que fue pionera en casi todo. La obra en un principio fue creada para la radio, transmitiéndose en la BBC por primera vez en Marzo de 1978.
Al finalizar, sus seguidores comenzaron a escribir a la BBC para que se retransmitiera, un hecho sin precedentes hasta ese momento. Su autor decidió convertir lo que había sido un guión radial en una novela que llegara todo el público y en octubre de 1979 se publica el libro; en dos semanas se encontraba en los primeros puestos de las listas de libros más vendidos.
En su estilo narrativo persisten algunos de los recursos propios del guión y, de hecho, leer algunos parlamentos en voz alta y con las entonaciones correspondientes a la situación narrada es incluso más hilarante que leer la novela en silencio y soledad: esta es una lectura para compartir con novias deprimidas, novios estresados, hijos aburridos y amigos en desgracia necesitados de una buena carcajada.
Algunos críticos y editores temieron que el humor de la historia resultara demasiado inglés o que la traducción a otros idiomas hiciera perder mucho del encanto de la obra, pero esta tuvo una acogida igualmente destacada en su edición española. Un año más tarde se publica “El Restaurante del Fin del Mundo”, que obtuvo el mismo éxito y fue adaptada también de previos guiones radiales escritos por Douglas Adams.
Entre 1982 y 1992 el autor escribió tres obras más como continuación, siempre alegando que “esta es la última” pero sus fans deseaban seguir riendo y le exigían que no abandonara la historia. Estas tres últimas entregas se titularon: “La Vida, El Universo y Todo lo Demás”, “Hasta Luego y Gracias por el Pescado”, y “La Tierra: Fundamentalmente Inofensiva”.
En enero de 1981 la BBC programa una miniserie basada en “La Guía…” cuyo guión escribió el propio Adams. A lo largo de la década la popularidad de la historia se multiplicó siendo repetida varias veces tanto en radio como en TV, pero “La Guía…” siguió dando qué hacer cuando, avanzado el tiempo, fue editada en LPs que llegaron a superar a algunos artistas de música pop.
Douglas Adams fue el segundo autor en publicar cuatro libros en formato de Libro Parlante después de Shakespeare, y “La Guía…” leída por él fue nominada para un Grammy. Además fue el primer audio-libro en CD, siendo también la primera producción radial de la BBC en editarse en CD, en MP3 y en el sistema surround 5.1; y su versión televisiva la primera serie británica en transmitirse en estéreo.
En 2003 esta novela se colocó en el 4° lugar de preferencia de los lectores británicos, sólo superada por “El Señor de los Anillos”, “Orgullo y Prejuicio” y la trilogía de “La Materia Oscura” de Philip Pullman.
Douglas Noël Adams, nacido en Cambridge el 11 de Marzo de 1952, fue un autor de curiosa trayectoria profesional en sus inicios. Desde muy pequeño se inclinó por la literatura y las artes y ya en 1974 se graduaba de Master en Literatura Inglesa en la Brentwood School. Sin embargo no fue este el principio de su carrera como escritor: su primer trabajo, a mediados de los ’70, fue de guardaespaldas de una familia árabe radicada en Inglaterra.
Ahí comenzó a reunir anécdotas curiosas y a escribir sus primeros guiones radiales. Tras el éxito radial de “La Guía…” decidió que aquello era lo suyo y, después de haber escrito el libro de igual nombre, continuó produciendo guiones radiales y televisivos entre los que destacan los primero capítulos de “Dr Who”.
No obstante éste autor no era tan prolífico como le exigían el público, los productores y los editores, por lo que pasó momentos bastante amargos en su corta carrera.
Además de ser escritor, se destacó su poco en el campo de la música, llegando incluso a tocar algunos temas con Pink Floyd en ocasión de su 42 cumpleaños, ya que era amigo personal de David Gilmour y éste lo invitó a tocar con la banda en el concierto del 28 de Octubre de 1994 en Londres.
Incluso se dice que el nombre del álbum de 1994 de Pink Floyd “The Division Bell” parte de una idea de Adams. Entre otros proyectos estuvo vinculado en la creación de varios juegos de computadoras y fue quien escribió el guión y los conceptos para el filme que se estrenó en el año 2000, el cual no pudo disfrutar debido a su prematura muerte.
Douglas Adams murió de un infarto cardíaco en el 2001 y de tal magnitud fue la estimación que alcanzó entre sus compatriotas que en su memoria el 25 de mayo es conocido como el Día de la Toalla en Londres. Adams quien era también conocido por sus iniciales DNA o como Bop Ad o Bob por su firma ilegible, dejó tras su muerte un universo de humor en sus libros y guiones que quizás sean fuente de inspiración para muchos otros creadores.
Con independencia de lo divertido, absurdo o bizarro de sus personajes, situaciones y parlamentos, la saga del autoestopista galáctico tiene interesantes toques críticos a la realidad humana. Con total irreverencia critica la inflexibilidad burocrática, la falta de sentido del humor, el exceso de solemnidad y nuestra tendencia a magnificar lo negativo olvidando las alternativas y posibilidades de crear nuevos caminos.
Es una buena lectura para maestros, para adolescentes, para artesanos, para abogados, para periodistas, autoestopistas, médicos y amos (dije “amos”) de casa… es una buena lectura para todo el mundo, o más bien para quienes busquen humor inteligente, un bien que escasea en los últimos tiempos. Es una buena lectura para gente proclive a la depresión y el malhumor que realmente quiera cambiar su estado de ánimo y ponerle una sonrisa (un poco sarcástica) al día.
Saca tu toalla y tira tu pasillo!
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